Hay días que son
especiales desde su comienzo. El día de hoy empezó a las 2:30 de la
madrugada, cuando nuestra caja negra, la segunda que fabricábamos en
24 horas, comenzó a funcionar en Los Realejos y la última versión
de la barquilla estuvo totalmente terminada en Santa Cruz.
Nuestro siguiente hito
tuvo lugar a las ocho de la mañana, ocho menos cinco, para ser
precisos. Habíamos quedado allí, veinte minutos antes del comienzo
de nuestra jornada lectiva habitual porque hoy no era un día
cualquiera. Hoy era el día, nuestro día. Hoy lanzábamos el
Boscovery 2.
La responsabilidad,
presión, pero también la ilusión trascendió al equipo de
profesores desde el comienzo e impregnó al resto, treinta y cuatro
alumnos de distin
tas etapas educativas, que durante toda una semana
dedicaron sus esfuerzos a entender el funcionamiento de los globos,
aprender a programar microcontroladores, enseñar a “sentir” a
las máquinas a través de sensores.
Una semana para hacer
experimentos sobre el comportamiento de materiales ante cambios de
presión barométrica, de temperatura, para comprobar la estanqueidad
de cinco prototipos de barquillas y para hacer pruebas con nuestro
paracaídas interiorizando los conceptos de energía potencial
gravitacional y energía cinética o aceleraciones
Todo esto mientras
actualizábamos nuestro blog, publicábamos nuestras experiencias en
twitter y hacíamos que más de mil personas nos visitasen a través
de la red de redes, porque somos capaces de hacer aflorar el interés
y la ilusión a nuestro alrededor.
El Boscovery 2 tiene una
herencia envenenada. El año pasado no lo conseguimos, nuestro globo
no voló. El día del lanzamiento estalló cuando estábamos a punto
de terminar la etapa de inflado . No podíamos fracasar hoy. Y no lo
hicimos.
A las nueve menos cuarto,
aproximadamente, ya estábamos sobre el terreno. Acondicionamos la
zona de hinchado, todos participamos tendiendo plásticos para
proteger el globo, cuatro valientes se encargaron de sujetar la manta
con la que impediríamos que nuestro globo, con vientos laterales, en
algunos casos de más de 10 m/s, saliera despedido hacia la
inmensidad azul del atlántico.
Otro equipo preparaba el
paracaídas, un grupo se responsabilizó de la barquilla. Unas
compañeras del taller de periodismo no paraban de documentar todo.
Comenzó a llover
levemente, un viento racheado nos hizo temer por la integridad del
globo en más de una ocasión.
Con cierto retraso, en
torno a las diez de la mañana, nos decidimos. Abortamos en dos
ocasiones la suelta del globo por la virulencia del viento, pero no
podíamos esperar. La Armada Española nos esperaba entre Tenerife y
Gran Canaria con un digno representante, el Buque de Acción Marítima
P-43 Relámpago nos apoyaría a la hora del rescate de la sonda.
Sentíamos fluir el helio
donado por Air Liquide a través del regulador, viendo como las
agujas de los manómetros se iban desplazando dentro de las esferas.
Comenzó a subir. Primero
el globo, luego el paracaídas y tras él la sonda. Con dos cámaras,
una de ellas una flamante GoPRO cedida por Saentech, orientadas
perpendicularmente entre si. El Boscovery 2 había despegado y se
dirigía a toda velocidad hacia el Este. A bordo, un trackuino, un
emisor APRS, comenzaba a transmitir la posición del globo, su
altura, velocidad y la temperatura interior de la barquilla. También
una caja negra que almacena fecha y hora, presión, temperatura y
altitud en una tarjeta SD.
El viaje continuó hasta
más allá de los 27000 metros de altura donde el globo estalló y
comenzamos a caer. Estábamos a pocas millas al oeste de Lanzarote
cuando recibimos el último paquete de datos de nuestra sonda. Se
encontraba a 367 metros de altura sobre el mar.
La velocidad lateral del
globo llegó a ser de más de 185 km/h y esto nos colocó a 60 millas
del Relámpago. A más de seis horas de travesía.
Con gran resignación, el
Teniente de Navío, D. Felipe Areal, en nombre de la tripulación del
Relámpago nos hacía llegar la mala noticia, a esa distancia era
imposible realizar el rescate durante el día de hoy. El barco tenía
que partir hacia otro destino durante la tarde y debía atracar en
Santa Cruz.
Sin embargo, una vez
tocado el puerto, desde el Relámpago nos indicaban que si volvíamos
a tener algún tipo de dato de telemetría, el jueves el P-43 estaría
de nuevo por esas aguas y podríamos tener alguna oportunidad.
La última posición
conocida del Boscovery es: 28°47.43'
N 14°33.18' W a las 14:07:55 WEST (Hora Canaria) a una altitud de
367 m. Con rumbo 224º y una velocidad de 26 km/h.
Si conoces a algún
pescador de la zona, alguien que disponga de embarcación o
simplemente que viva en la costa oeste de Lanzarote o Fuerteventura,
pídeles que estén atentos a cualquier luz roja parpadeante que
puedan ver en el agua.
Agradeceremos
profundamente cualquier información.
Detalle de la última posición conocida.
Fantástica descripción del magnífico trabajo. Muchas felicidades a todos.
ResponderEliminarJMB
Me ha gustado mucho la experiencia. Sería interesante ver los datos generados por el Boscovery 2
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